Hoy hace 30 años de la muerte de Franco. Para los que estamos recién entrando en la cuarentena, es una fecha que no significa mucho; de hecho, yo he tenido que leerlo en el diario para recordarlo. Y si ahora pienso, no es que recuerde mucho de esas fechas: colas para ver al dictador muerto, las lágrimas de Arias Navarro al anunciar la muerte, los funerales...
Pero no quiero hablar de eso. Lo que quiero es recordar a los amigos que tenía por entonces, ver dónde nos ha llevado la vida. Yo debía estar en quinto año de EGB. ¿Qué habrá sido de Isidro, mi compañero de pupitre y el primer hombre que me robo a una mujer (luego ha habido tantos, que para qué guardar memoria de ellos; a muchas de ellas ni las recuerdo)? ¿Y dónde estará esa niña de la primera fila, por la que yo suspiraba, y que provoco el primer borrón en mi hasta entonces inmaculado expediente académico?
Han pasado 30 años y no soy capaz de acordarme de los nombres y las caras de mis compañeros, con los que jugaba al fútbol en el descampado (esos partidos memorables de cuarto contra quinto, 30 chavales y un balón), 30 años y los sueños de un niño se olvidan y se entierran en la rutina que todo lo come.
2 comentarios:
Deduzco pues, que en treinta años más olvidarás el mío...: puñetera rutina!
En treinta años más todos calvos, y con la que está cayendo, me conformo con recordar los buenos momentos, que han sido muchos...
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