lunes, febrero 09, 2015

Amanece en el asiento de atrás

Lo siento pero ya no quiero seguir así. Estoy cansado de justificar y justificarme a cada instante, de buscar las palabras adecuadas para poder hablar, de ocultar y ocultarme. Yo no soy así. No lo he sido nunca y no lo voy a ser ahora.

¿Recuerdas cuando comenzamos? Todo era nuevo, a cada momento encontrábamos algo que nos hermanaba, algo que compartir, recuerdos semejantes, las palabras que nuestras madres usaban… Luego, cuando nos fuimos conociendo, vimos amaneceres juntos, hacíamos que el tiempo se parase sólo por estar un poco más, no importaba la distancia. Cuántas noches se nos hacían madrugadas para despedirnos…

Y luego llegaron los malos días. No, no voy a hablar de ellos. Los hemos repetido tantas veces que no creo que me los quite de la piel. Gracias a ellos me he convertido en un hombre diferente, peor si quieres. No, no voy a hablar de ellos.

Y así estamos ahora. Más lejos que cuando nos conocimos, porque ahora, aunque queramos, no podemos desconocernos. Más lejos, más cerca, más tarde…

Y mientras tanto, las paredes se encalan, los andamios se desmontan, la arena de aquella playa ya no es la misma, cerraron aquel restaurante, aquel cantante ya no canta esa canción en sus recitales, el hilo amarillea entre las páginas de un libro que ya no volverás a abrir, las rosas se desmenuzan y desaparecen…


Y entretanto otras melodías de piano se abren paso, otras palabras son bendecidas por tus ojos, otras luces entran en ellos, mis dedos vuelven a golpear las teclas de la vieja máquina, tu vida sigue como siempre y la mía se aleja un poco más…

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