domingo, marzo 25, 2012

El sueño de Hefestos (I)


Los problemas comenzaron antes de salir del túnel. Una ventisca de nieve y granizo había estallado al otro lado de las montañas, haciendo que los viajeros que llegaban por la carretera desde Kadath no pudieran salir de la montaña sin poner en peligro sus vidas. Después de unos momentos de discusión, decidimos permanecer en la posada que marcaba el final del túnel, o la entrada del mismo…

La Primera Luz era en realidad un conjunto de grutas y cavernas excavadas directamente en el granito de la montaña, y que había ido creciendo a lo largo de los siglos por la laboriosidad de sus dueños, una familia de enanos de los que se decía que habían trabajado en la construcción del subterráneo, junto con los mismisimos dioses. La hospedería ocupaba los primeros niveles habitados, con el gran salón común como estancia de comunicación entre cocinas, habitaciones para huéspedes, establos… Los niveles inferiores se dedicaban a depósitos y uso de los muchos empleados del negocio… Se rumoreaba que por debajo de ellos, en el corazón de la montaña, había inmensas salas destinadas a los dioses de paso…

Una de las camareras, una pizpireta enana con coletas pelirrojas y una rolliza cadera, nos habló de una de las atracciones de la posada, la boca de Hefestos. Se trataba de una máscara del dios labrada directamente sobre la roca, por cuya boca manaba  uno de los muchos manantiales que surtía del líquido elemento al establecimiento. En uno de sus carrillos había un agujero, poco más grande que un puño, y se decía que aquel capaz de alcanzar su fondo era recompensado por el dios con visiones de su futuro…

En realidad, era uno más de los trucos que los dueños del lugar tenían para atraer y entretener a sus huéspedes, el agujero en cuestión tenía varios metros de profundidad, y servía como aliviadero de presión para el manantial. A pesar de todo, a Pandora le pareció una historia interesantísima, y, para regocijo de la camarera y varios de los parroquianos, insistió para que fuéramos a esa habitación, a tentar a la divinidad.

1 comentario:

Candas dijo...

Me gusta mucho el tono color naranja que le da al texto el pelo de la 'pizpireta camarera': es fácil imaginarla!