lunes, junio 03, 2013
Olvido
Cruzo la puerta, saludando a las enfermeras. Ya me conocen, solo
soy otro viejo que viene de visita una vez por semana. Ella está donde siempre,
en la sala principal, sentada frente a la balconada con sus piernas tapadas por
una manta a cuadros, el pelo corto, como a ella le gusta, las manos muy
cuidadas... Me acerco en silencio y pongo en su regazo el ramo de lilas que
traigo para ella. Su olor la saca del ensueño y sonríe. Con cuidado, como si
pensara que son una ilusión, se las acerca al rostro y aspira su aroma, con
ganas, como una niña. Aprovecho el momento para besar su frente. En sus ojos el
desconocimiento que me ha recibido tantas veces ya, y mientras me siento al
lado de mi esposa me alegro que las flores la distraigan para que no vea rodar
las lágrimas por los míos.
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