lunes, mayo 16, 2011

Tres colores

Verde.
 
Pinos marchando marciales a ambos lados del camino. Eucaliptos formados por todas partes, inhiestos, orgullosos de su altura, de su crecimiento. Manzanos, sauces, castaños, todos mostrando el color de la primavera en sus hojas nuevas, en sus brotes, cubriendo la tierra y la montaña. Helechos nuevos que aparecen entre las arboledas, con sus hojas abiertas y cerrando la luz del sol al suelo bajo ellos. Oscuras enredaderas que suben al cielo. Verduras, grelos, maíz, el fruto del trabajo del hombre y la mujer creciendo en parcelas cerca de casas y caseríos, a veces verás aldeanos trabajando en ellas, agachados y como pequeñas hormigas obreras en la lejanía. Grandes pastos y praderas, alimento de vacas y caballos, que aparecen en el fondo de los valles y en las faldas del monte.

Negro.

Túneles que horadan la montaña, permitiendo que me acerque cada vez más a ti. Un grajo que recorre el aire, atravesando el verde de fondo como una nota de color fugaz y rebelde. Pizarra en los techos de las casas, casas antiguas, casas en ruinas o habitadas, formando pequeños pueblos o aisladas en medio del monte, en medio de los prados, en medio de los arboles, ves caminos perdidos que conducen a ellas. La montaña que se desgaja al cruce del camino, heridas apuntaladas con hierro para que no se cierren, ofreciendo miles de tonos grises y negros, marcados por los regatos y manantiales que brotan de la tierra.

Blanco.

El brezo que salpica la sierra, apareciendo aquí y allí, en grupos o aislado, sus pequeñas flores destacando como un aviso sobre el uniforme color del monte. De vez en cuando se ve un tocón, un árbol muerto cubierto por liquen, abriendo un claro en el mar esmeralda que recorre nuestra vista. La línea blanca que me marca el camino hacia el encuentro con tus labios…

Y el mar, azul, lejano…

1 comentario:

Candas dijo...

Rojo.

El color de unos labios, el de una pasión... El del corazón destinado a no poder amar sin que ello duela...
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