miércoles, agosto 31, 2011

31 de agosto. Sueño.


“No entiendo el porqué, pero parece que a mí siempre me encuentran los hombres cuando están en la recta final de algo, cuando ya son más aire que otra cosa. En esos momentos tienen una gran moralidad, una sensibilidad extrema hacia el dolor de los demás, una incapacidad para seguirme (“yo apenas salgo ya de casa”), excepto por aquella playa de Ulla…

Hoy he estado revisando las fotos de mi recordado romance con Giorgio. Le he visto de nuevo seguro, dispuesto, paseando por aquella playa, consciente de que lo mejor que podía hacer era tirarlo todo por la borda, irnos juntos y desaparecer conmigo en aquella orilla en la que la arena nunca terminaba…”

La carta era larga, casi dos folios de apretada letra, y al leer los primeros párrafos el corazón de Carlos se resintió. Las descripciones que Alicia hacia de su antiguo amante y sus sentimientos se clavaban como pequeñas espinas en sus venas. Hacía tiempo que estaban distanciados, no conseguía volver a conectar con ella, pero nunca hubiera esperado esa carta.

1 comentario:

Candas dijo...

31 de agosto, 10:09 de la mañana.
Llanto.