Ambos me recordaron a los protagonistas de una
historia que escribí hace tiempo, en la que dos amigos de la infancia se
encontraban de nuevo en un parque público, ya adultos y con niños... Y de
repente me he preguntado cómo sería encontrarme con los personajes de mis
relatos. Aquellos que me conocen saben que la mayoría de mis narraciones tienen
una base real, y que muchos de mis protagonistas están creados sobre mis
recuerdos de personas reales, que han influido en mi vida de una u otra forma,
o sobre los sentimientos que esas personas despertaron en mí.
Unos pocos, sin embargo, son fruto de mi
imaginación, entes que aparecieron un día en mis páginas y que se quedaron en
ellas, haciéndose un hueco dentro de mi mundo.
Sería muy bonito encontrarme con Héctor y
Lumía, preguntarles cómo les va la vida, si el amor que sentían el uno por el
otro se mantiene a pesar de la rutina y el paso del tiempo; posiblemente Héctor
me contestaría que eso es fácil cuando el amor es intenso y se renueva cada
día…
Con algunos personajes me gustaría poder
charlar delante de una copa de vino, conocer de ellos antes de que irrumpieran
en mis pensamientos: la vida de aquel vagabundo, qué le ocurrió a Marcos
durante la mayor parte de su vida, hablar con Daniel y Tomás, que pudieran
visitar aquella isla, saber si aquel fantasma querría ayudarme con mi pobre
prosa, compartir técnicas de escritura con María, sentarme con Viktor en lo
alto del faro y mirar a la lejanía con una taza de café caliente…
Sin embargo, si tuviera que elegir a uno de
ellos para que se hiciera realidad de nuevo, seguramente elegiría a aquella
muchacha que me esperaba con una toalla a la orilla del mar, mientras el niño
que hay en mí disfrutaba con las olas…