Carlos, el
portugués, había llegado al pueblo huyendo de los guardias de Salazar, y
había abierto un pequeño bar en una calle lateral, cerca de la carretera. Llegó
poco antes de que se abriera el camino hasta Pozonegro, y con él las
comunicaciones con los valles del interior y su riqueza minera. Gracias a esta
arteria de macadam llegaron a la
villa hombres rudos del norte, de Asturias y León, mineros experimentados que
abrieron y ensancharon minas que ya eran antiguas cuando los primeros
caballeros castellanos llegaron a la zona. Gracias a la sed de estos hombres, y
a la buena fama que tenía entre ellos, el
portugués pudo prosperar y hacer fortuna, ampliando su negocio y poniendo
una fonda con hospedería y comidas.
Durante la guerra la posada sirvió
alternativamente de cuartel general de las milicias populares y del ejército
nacional, y a ambos bandos sirvió el dueño en ese período. Cuando la contienda
se decantó claramente por los sublevados, el
portugués hizo gala de su ascendencia y sus contactos al otro lado de la
frontera para salvaguardar su negocio y su vida, aprovechando la sintonía entre
los salazaristas y el nuevo gobierno. Cuando la guerra terminó era habitual
encontrar en la barra de la fonda a la pareja de la Guardia Civil tomando un
vino entre ronda y ronda; el sargento de la guarnición local acostumbraba a
pasar todas las tardes, para ‘echar la partida’ con el resto de las fuerzas
vivas del pueblo: el alcalde, el señor cura y el boticario.
Todo sucedió como en otros muchos pueblos de
nuestra geografía en esos tiempos convulsos…
Lo que nadie supo fue que, mientras el
sargento tomaba vino jugando a las cartas, en los sótanos de la fonda se
ocultaban guerrilleros de paso hacia o desde el vecino país; que en las noches
de luna nueva Carlos y otros salían al monte, llevando provisiones y noticias a
los que allí se ocultaban; que parte del dinero que el portugués sacaba por vender provisiones al cuartelillo llegaba a
la resistencia en forma de pertrechos y asistencia. Con la ayuda del boticario,
Carlos salvó de la muerte a decenas de maquis, hasta que las condiciones
finalmente convencieron a los que mandaban en el exilio que la resistencia
interior era inútil, y los últimos combatientes pasaron por el sótano de la
fonda camino de Francia o Argentina…
2 comentarios:
Otro hombre valiente...
Hubo muchos hombres valientes en ese período de nuestra historia, algunos por las razones equivocadas...
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