Durante un par de años de mi vida me dediqué
al estudio para opositar a lo que entonces la administración llamaba técnicos
en señales marítimas, y el resto del mundo llamaba fareros, como mi amigo el viejo farero. Me atraía naturalmente
un puesto fijo en la administración, en unas oposiciones que eran relativamente
fáciles, pero sobre todo la posibilidad de vivir en un faro, la soledad y el
mar. Fueron buenos tiempos, tiempos inocentes, en los que la mayoría de mis
ilusiones estaban intactas, y aún no había conocido y ansiado otras
sensaciones, otras emociones…
A pesar de mis esfuerzos no conseguí el codiciado
puesto de funcionario, y tal vez fue lo mejor. Desde entonces he viajado, he
conocido otras gentes, me he enamorado, me han roto el corazón varias veces, lo
he recompuesto otras tantas, he aprendido formas y percepciones del mundo
diferentes a las mías, he creado universos…
Sin embargo, en la
tranquilidad de la noche, cuando mi mente vaga en busca de un refugio en el que
descansar, muchas veces vuelvo a ese viejo faro situado en una costa ignota,
aislado del mundo, con solo las gaviotas y la espuma del mar como visitantes, y
abro la puerta de madera pintada de verde, subo las escaleras del fuste de la
torre y me asomo desde el torreón, apoyando las manos en la barandilla metálica
y observo el infinito, ese lugar tan esquivo…
Que no se pierdan los faros...
4 comentarios:
Que no se pierda el amor, y que cuando mires al infinito, tu mente no quede, al menos, vacía de buenos recuerdos, esos que te permiten escribir así de maravillosamente bien.
Yo, que nunca tuve la suerte de ser farero de verdad, he tenido la fortuna de entrar casi a una veintena de faros y ver el mar desde lo alto de su torre. No se si tú has tenido alguna vez la experiencia pero, si nunca lo has hecho, puedo compartir contigo las fotografías que hice desde alguno de ellos. Se que no es lo mismo, pero es lo más parecido a tu sueño que puedo regalarte; sólo necesito un correo a donde enviarlas.
Un abrazo desde el Sur.
No se perderá, Candas, mientras nos quede aliento y vida...
Gracias amigo farero, los sueños a veces deben quedar sin cumplir para empujarnos a realizarlos, pero muchas gracias por tu ofrecimiento
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