Eran cuatro chicas, ninguna de ellas mayor de
veinte años, que comentaban alegres y vivaces sus embarazos y las
circunstancias de los mismos. Nada de esto era fuera de lo normal; el
embarazo adolescente sigue siendo un problema en zonas rurales, como el
lugar donde vivo, a pesar de las campañas del gobierno y organizaciones sin
ánimo de lucro. Parece ser que es más fácil que nuestros hijos e hijas se
aprendan la letra del hit del momento en Bulgaria que hacerles ver la
importancia del preservativo en unas buenas relaciones sexuales. Si los padres
no lo hacen…
Una de ellas, delgada, con el pelo moreno
recogido en un moño, y un clavo sobresaliendo del labio superior, estaba muy
preocupada porque su hijo estaba a cargo de la madre y ya eran altas horas de
la noche. Con el correr de la conversación me enteré (yo y toda la sala) que su
marido estaba en la cárcel, que ya había tenido las visitas “intima, familiar y
de convivencia”, que no estaba preocupada por él, porque su suegro había estado
muchos años en la cárcel y tenía muchos amigos, pero que le extrañaba que no la
hubiera llamado las dos veces que solía hacer en los días de llamada, a pesar
de lo que ella se esforzaba en conseguirle el dinero que necesitaba allí
dentro…
Otra de ellas, rellenita, con una incipiente
barriga, posiblemente con menos de dieciséis años, tenía otras preocupaciones:
había denunciado al presunto padre del bebé para poder cobrar una ayuda
familiar de cuatrocientos euros durante tres años, ayuda que además le
proporcionaría ventajas para obtener “los papeles”, y ahora se encontraba con
que no podía verle o le retiraban la ayuda.
Toda esta conversación entre ellas se mantuvo
en un tono de absoluta naturalidad, como si estuvieran comparando notas o se
contasen las últimas vacaciones. He de confesar que me resultó muy chocante
encontrarme de bruces con esta realidad: personas que viven la cárcel como un
hito más de la vida cotidiana, que son capaces de negar una relación con tal de
obtener una ayuda para el sustento diario…
Vivimos en tiempos difíciles, todos
los días se encargan de recordarnos que éstos serán cada vez peores, las
noticias son todas pesimistas y ya ni siquiera las páginas deportivas de los
diarios nos dan alguna alegría. Y sin embargo, la vida sigue, los niños nacen,
son educados (más o menos bien) y continúan un ciclo que lleva rodando desde el
principio.
A menos que Ronaldo y Messi hagan algo, bajo
los auspicios de Merkel…
3 comentarios:
La puta realidad...
Teo, tienes una forma de escribir, que se hace amena y entretenida. me hubiera gustado seguir leyendo más de ese relato.
Desgraciadamente, Candas, la realidad a veces nos abofetea sin avisar.
Gracias Rosa, te invito a seguir leyendo y a bucear en los relatos de este blog. Espero leer cosas tuyas pronto.
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