domingo, noviembre 28, 2010

Air éphémère de l'hiver

Pasa, por favor, hace tiempo que quería hablar contigo. Siéntate, ponte cómoda. ¿Te puedo ofrecer algo, café, té, una infusión? Aún tienen ese té inglés con naranja que tanto te gustaba. ¿Sí? Yo tomaré un café vienés, por favor.

Cuánto tiempo. Te vi pasar el otro día por enfrente de la tienda, y eso me animó a llamarte, espero que no te molestase. Qué tontería, si estás aquí. Perdona, estoy un poco nervioso, he pasado toda la noche planeando lo que quería decirte y ahora no me acuerdo de nada.

¿Recuerdas cuándo empezamos a salir? No querías que te acompañara a casa para que no te viera tu madre. Te dejaba en la esquina, y a veces dábamos varias vueltas a la manzana, para prolongar un poco más el tiempo. Me acuerdo de aquellos primeros besos con lengua en el Retiro, debajo del árbol del amor, y de aquellos largos paseos en invierno.

Conservé muchos años el pequeño búho que me regalaste. Claro que no contaba la historia completa, no creerás que querría meterme en líos. También conservo tus cartas, tus postales y tus fotos. Todo en una vieja caja, junto con otros recuerdos que ya no visito.

Sí, hace ya mucho tiempo de eso. Los dos hemos crecido, hemos estado con otras personas, tenido hijos, ya no somos aquellos niños, pero tengo que decirte que muchas veces he pensado en tu mirada durante aquellos primeros meses, en la calidez de tus ojos, en su luz.

Pero no es eso por lo que te he llamado. No quiero hacerte perder el tiempo con recuerdos ya viejos, los dos tenemos ya otra vida. Solo quería preguntarte ¿por qué?

No hay comentarios: