jueves, mayo 31, 2012

Hoy


Hoy, mientras caminaba despacio hacia el parque, como de costumbre, para pasar las horas en mi banco favorito hasta que las cigüeñas regresaran de las eras, me encontré con un grupo de esos que llaman ahora manifestantes, y a los que en mis tiempos se les decía comunistas o cosas peores, golpeando ollas y cacerolas, tapas y botes, haciendo sonar silbatos y tracas, produciendo un ruido que se sentía desde el otro lado de la plazoleta, sentados, saltando, corriendo, gritando frente a una sucursal bancaria, una de ese banco que ahora sale tanto en las noticias, de los que hace que mi hijo se enfade mientras vemos las noticias después de comer, que parece que ahora los bancos no sirven para dar dinero sino para que se lo demos, y yo le digo que siempre ha sido así, y el pobre me mira con esa expresión suya, mitad pena mitad rabia, antes de decir aquello de “usted no se entera de nada, padre”, letanía que repite cada vez más, y yo no me entero de nada, y me voy al parque como todas las tardes, y paso delante de unas treinta personas, ilusionadas con cambiar un sistema que se hizo para no cambiar, y mi mirada se va a los cuatro coches y tres motocicletas de la policía y otros agentes de la autoridad, rodeando a esos pocos ilusos, para que no se salgan de madre, no vaya a ser que rompan algo, que se quebrante el orden público, que consigan algo que no deban tener…
En mi banco, viendo como las cigüeñas regresan de las eras, y antes de irme a cenar, me preguntó cuándo se nos fueron las ilusiones a la mierda y nos las encorsetaron de azul y porra…

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