sábado, septiembre 08, 2012

La imagen de tus ojos

Apenas unas horas desde la partida, mis retinas aún conservan la imagen de tus ojos, fijos en mí durante los besos finales, mientras mis manos recuerdan todavía el tacto de tu rostro, suave, cálido, y mis labios el sabor salado y dulce de tu piel... Tu presencia, tu tez, esos ojos en los que me sumergía y salía renacido, mis ganas de tomarte de la mano en la comida, las tuyas... Gracias por el regalo de tu cabeza en mi hombro y nuestras manos entrelazadas...

Estoy sentado en el lado de la ventana del autobús, viendo como el sol se hunde tras las casas de esta ciudad que se ha convertido en mi cárcel y mi paraíso, pensando en cuándo volveré a verte, cuándo estaremos juntos de nuevo…

En otro lugar y tiempo, regreso a casa después de una dura jornada de trabajo, horas frente a problemas que no puedo resolver, agotado, y sin embargo incapaz de descansar. La casa está vacía, sin alma, no tiene calor de hogar, es un sitio al que vengo a dormir y en el que paso las horas que no trabajo. Me preparo algo de comer, sin ganas, solo por el hábito de alimentarme, y me siento frente a mi ordenador, a esperar. 

Observo desde mi asiento como se encienden las luces de la ciudad, un reguero de rubíes y diamantes que salpican el suelo hasta donde la vista alcanza, mientras me voy alejando de tu cuerpo. En mis manos las entradas de esa obra que vimos me hacen pensar en ti de nuevo, te vuelvo a ver sonreír ante el nombre en el poster del teatro, vuelvo a recordar tus silencios, tu mirada sobre mí cuando crees que no te veo, tu sorpresa al verme, el calor de tu abrazo…

En otro mundo caminamos por la playa, unidas las cinturas, sin hablar, yo sintiendo la fuerza de tu cariño mientras el viento me susurra al oído, mientras intento absorber el momento, intentando averiguar en qué piensas, qué sientes después de estos años juntos: tal vez recuerdas aquella primera vez en casa de nuestra amiga común, hace tanto tiempo, o quizás cuando nos volvimos a encontrar en los pasillos de la escuela, tu sonrisa y tus ojos llamándome entre los timbres y los libros.

Llego a mi destino, cansado y añorando tu ser. La gente que pasa a mi lado no es consciente de lo que me pasa, no pueden ver el vacío de mi corazón ni la fuerza que me falta. Aquellos que tal vez me miren hoy solo verán a un hombre, entre otros muchos, con una mochila al hombro, caminando con la multitud, la mirada perdida y una sonrisa en los labios. Tal vez aquellos que se fijen un poco más puedan ver el libro que llevo entre las manos, y esos pocos que tengan interés en la portada en blanco y negro, quizás vean como sobresalen los pétalos de una rosa entre sus páginas y, reflejados en mis ojos, la imagen de los tuyos…

4 comentarios:

Candas dijo...

Quizás vaya siendo hora de reescribir este relato...

Teo dijo...

Ni una sola coma...

Anónimo dijo...

La imagen de tus ojos... sé de una mirada que permanece en el tiempo, es añorada y buscada para tenerla solo un instante, la mirada furtiva a unos ojos desconocidos buscando a otros.

Leerte remueve sentimientos, sensaciónes.

Teo dijo...

Gracias Beatriz, si he conseguido que transmitir algo de lo que sentía al escribirlo me doy por satisfecho...