lunes, abril 08, 2013

Memories

Cuando yo tenía unos diez u once años me quedé solo una tarde en mi casa. En aquel entonces era normal que los padres salieran y nos dejaran en casa haciendo nuestras cosas, como ahora. Yo estaba cuidando de mi hermano, y posiblemente los dos estuviéramos viendo la televisión, ya no me acuerdo...

En un momento dado llamaron a la puerta. Ya era lo suficientemente grande como para tener permiso para abrir la puerta estando solo, así que lo hice. Al otro lado había una muchacha que tendría mi edad, tal vez menos, con un niño más pequeño de la mano, su hermano. Recuerdo a la chiquilla como morena, delgada, de ojos grandes, vestida con un jersey y una falda; en mi memoria los colores son apagados, y en cualquier caso puede que la imagen sea falsa de todas formas. Venían pidiendo una ayuda, eran los años de la crisis del petróleo y muchas familias de entonces quedaron en muy malas condiciones; a menudo, la única forma de comer algo era ir pidiendo por las casas.

Yo, como mis padres me enseñaron cuando ellos no estaban, le dije que no podía ayudarla, que no estaba mi madre. Se fueron, siguiendo su camino hasta la siguiente puerta del pasillo. A los cinco minutos llamaron de nuevo, era el chaval. "Dice mi hermana que le des una coca-cola" me dijo. Me hizo gracia, y pregunté: "¿Y por qué tendría que darle una coca-cola?" (en casa todo lo más que había por entonces era gaseosa “La Casera”, que se usaba para ‘aclarar’ el vino en ocasiones)."Porque eres un hombre". Dije que no podía y cerré.

La escena quedó en mi memoria, y en los años que han pasado la he recordado varias veces. Ahora vuelven a llamar a mi puerta pidiendo ayuda para comer, pero son personas de mi edad, hombres y mujeres desesperados, y me pregunto si alguno de los políticos de cientos de miles de indemnización por despido, presidentes ‘vitalicios’ de diputaciones, directivos de federaciones deportivas con cien mil euros de salario por no hacer nada, banqueros con indemnizaciones millonarias ‘sin importar el motivo del cese’ y demás ralea, me pregunto si las hijas de esos señores han pedido alguna vez un vaso de refresco como hizo aquella chiquilla...

Ojalá se lo hubiera dado... 

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