martes, abril 16, 2013

Sólo seré una sombra

Ella me dijo que no había razones para seguir conmigo y yo la creí, la creí y me marché a otra ciudad para que nada me recordara a ella, pero no conseguí olvidarla. Intenté eliminarla de mi vida buscando la ayuda del alcohol y otras drogas, viajé hasta Sodoma y Gomorra para que nada me trajera a la memoria su voz, su rostro, sus ojos, pensando que si destrozaba mi cabeza y mi vida conseguiría no pensar en ella. Traté de borrarla de mi mente con la imagen de otras mujeres, con otros cuerpos, otras manos, otros ojos, pero siempre venían a mi cabeza su cara, su piel, su sonrisa…

Probé entonces a negarla con la ciencia, desgajando cada onza de mis sentimientos, analizando, teorizando, experimentando, comprobando… Quise descubrir la base molecular y química de mis emociones, de mi amor, y descubrí que nada era más grande ni más extraño, que mi amor estaba más allá de la medida de mis probetas y mis instrumentos…

Procuré olvidarla buscando en el corazón de antiguas religiones, pensando que quizás Díos me ayudaría; viajé a los lugares más profundos del Asia, donde con maestros y santos viví, aprendiendo a relajarme, a expandir mi mente, a bloquear mis sentidos. Pero cuando iba a alcanzar el nirvana, el estado perfecto de existencia, me di cuenta de que ella estaba allí, que era el principio supremo de mi universo.

Ha pasado el tiempo, y con él el dolor se ha apaciguado, haciendo que mi corazón descanse a veces. Ya no pienso en ella en todo momento, no, algo he conseguido en todos estos años… Ahora sólo la extraño cuando estoy vivo…

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