sábado, noviembre 27, 2010

Un regalo de tu propia fé

No hemos hablado nunca pero creo que te conozco. Te observo sentado en el mismo banco todos los días, haga frío o calor, faltando solamente los días de lluvia muy fuerte. Llegas a media mañana, con tu andar cansino, el peso de los años en tus pies. Siempre te sientas en la misma zona del banco, como si ya se hubiera adaptado a la forma de tu cuerpo. Te instalas lo más cómodo posible, descansas un momento, viendo a la gente pasar a tu lado por el parque. Y empiezas a tocar.

Cada día tocas durante un par de horas, ajeno a las personas que te rodean, y que a veces aplauden al terminar tu repertorio. No pides dinero, no hay ningún sombrero o cartel cerca de ti (me fijé una mañana en que decidí escucharte en directo). Por la elección de tus canciones sé cómo te encuentras cada día: ritmos rápidos, alegres, pueden convertirse luego en melancólicas baladas. A veces, una canción popular se cuela entre trozos de piezas clásicas. Otras, una alegre tonada celta encuentra acomodo junto a trozos de Vivaldi. En ocasiones, realizas tu propia versión de melodías populares ya hace algunos años.

Te veo tocar cada día, desde mi ventana. Te escucho. Cuando el tiempo lo permite, abro mi ventana de par en par para que tu música inunde mi cuarto de estudio, sacando preocupaciones y miedos, y algunas veces tus melodías han hecho brotar lágrimas de mis ojos.

Todos los días, haga frio o calor, al llegar el mediodía, cuando los oficinistas empiezan a llegar al parque para tomar su apresurado almuerzo, te veo recoger tu flauta, con cuidado, como una amante, y guardarla en su funda. Te tomas unos minutos, tal vez para descansar, para recuperar aliento, y te levantas. Y el único sonido que me llega de ti entonces es el tactac de tu bastón sobre los adoquines de la ciudad.

James Galway - Brian Boru's March

1 comentario:

Candas dijo...

"Dicen que hace 1.000 años Brian Boru, primer rey de Irlanda, entraba en el salón del trono a los compases de esta marcha. Por favor que la toquen cuando me muera"
Ramón Trecet