jueves, marzo 10, 2011

Usando mis dedos para hablar por mí

Lumia había estado pensando en las vacaciones durante las últimas semanas de colegio. Ese era su año final en el internado, y con 17 años muchas de sus amigas ya tenían novio formal y hablaban de sus próximas bodas, o de las cosas que harían con sus novios durante el período estival. Unas pocas, como Lupita Moyano, pensaban ir a la universidad, estudiar unos años hasta conocer a un guapo marido y casarse. Alguna, como su amiga Nines, se debatían entre vivir en el mundo o entrar de novicia en un convento, cosa que no agradaba mucho a sus padres según lo que contaba...


Lumia no había hecho planes de futuro. No tenía un novio que la estuviera esperando a la salida del internado (las comunicaciones con Franco se habían agotado muchos meses atrás), ni lo quería tener; tampoco tenía la inquietud intelectual de estudiar en la universidad, a pesar de ser una chica inteligente y curiosa. Sin embargo, desde hacía días tenía una extraña inquietud, el deseo de volver a la casa de sus abuelos se había ido acrecentando poco a poco, y ahora ansiaba volver a pisar las calles de Algena

1 comentario:

Candas dijo...

Ahahá! preparando el terreno eh??? ;-)